Las actividades al aire libre y en espacios abiertos proporcionan increíbles beneficios en los pequeños, además de una excelente oportunidad de “regalarles” y “regalarnos” un tiempo compartido.
Con el verano llegan los días de playa para estar en familia, divertirnos y aprovechar las ventajas que ofrece el mar como medio natural, para potenciar el desarrollo en niños o niñas que presentan este trastorno.
El Sol es nuestro amigo
Protegerse del sol es imprescindible en esta época estival para que nuestra piel no se queme. ¡Dejemos que se pringuen con la crema solar! Que la toquen y se hagan un masaje mientras la extienden. ¿Quién no ha hecho dibujos al echar la crema en la espalda?
Jugar con la arena
La arena es un medio muy estimulante en cuanto al tacto se refiere. Podemos jugar a enterrarles los piés, preguntarles donde están para incentivar su movimiento y sacarlos de debajo de la arena; podemos esconderles bajo la arena un pez “nemo” o cualquiera que tenga contraste y jugar a que los encuentren: llenar un cubo y volcarlo para vaciarlo y simular un tambor dándole con la pala… llenar el cubo de agua y ponerles dentro un juguete que se hunda y lo tengan que sacar…
Si la mojamos podemos moldearla y hacer figuras y castillos de arena, pero, ¿y si hacemos un asiento de barro que se adapte a cada niño y a la vez proporcione una temperatura agradable? Mantendremos el tronco y las caderas alineados y al estar en contacto con su piel le dará mucha información de su cuerpo. Para niños más sensibles a la arena, se puede colocar un pañuelo fular que le proteja de la textura de la arena. Un lugar estupendo para merendar, jugar o descansar.
Pasear por la orilla
Dar paseos por la orilla estimula la circulación y a su vez proporciona un estímulo táctil y propioceptivo debido a la temperatura fría del agua y a la presión en la planta del pie de las piedras pequeñas, activa la circulación y mejora la coordinación y el equilibrio.
Buscar conchas o piedrecitas
Clasificarlas por tamaño, forma o color puede ser otra actividad muy motivante para los niños, los cuales al agacharse estarán fortaleciendo la musculatura de sus miembros inferiores y el control de su tronco.
En el agua
Dentro del agua, podemos jugar a salpicar agua, lanzar pelotas o desplazarnos de un lado a otro haciendo carreras imitando a animales como los delfines o a los peces. El agua puede facilitar por un lado los movimientos, pero por otro también lo resiste, haciendo así que el trabajo muscular sea mayor casi sin darnos cuenta.
Si la playa nos lo permite por la profundidad, podemos sentar a los niños o facilitarles la bipedestación cerca del rompeolas cuando sean olas sueves, para que el empuje de la misma provoque respuestas de ajustes musculares y mejore el equilibrio y con ello el control postural.
Como vemos, la playa es un lugar en el que, aparte de refrescarnos, los niños aprenden descubriendo. ¡Disfrutemos y aprovechemos este regalo de la naturaleza!
…APRENDER JUGANDO, CRECER EXPERIMENTANDO.
NOTA: El grado de capacidad es diferente en cada niño y en cada momento del mismo. Las pautas dadas por el profesional de referencia están por encima de este artículo, pudiendo ser un aporte de ideas generales. Se trata de que esta actividad sea agradable, si no es así deberemos analizar y modificar la actividad.