La alimentación en niños con parálisis cerebral requiere atención y adaptaciones específicas, ya que muchos presentan disfagia, es decir, dificultad para tragar. Esta situación no solo afecta la ingesta de alimentos, sino que puede generar complicaciones derivadas de las alteraciones en la sensibilidad y movilidad de la fase oral o faríngea de la deglución.
Existen varias pautas clave para favorecer una alimentación segura y agradable:
- Entorno tranquilo: Es fundamental que el niño se alimente en un espacio constante y libre de estímulos que puedan desorganizarlo. La rutina y la familiaridad ayudan a que se sienta seguro.
- Preparación previa: Informar al niño de que va a comer, mostrarle la comida y permitir que la huela, incluso acompañándolo con una canción o rutina previa, prepara la fase preoral y facilita la deglución.
- Consistencia y cantidad del alimento: Según las necesidades individuales, se pueden ajustar las texturas (néctar, pudding, miel) y la cantidad ofrecida, siempre respetando el ritmo del niño.
- Cubiertos adaptados: Diferentes tamaños y materiales pueden facilitar la alimentación según el patrón de deglución del niño.
- Postura y apoyo: Mantener alineación, simetría y apoyo podal es fundamental para la seguridad y eficacia de la deglución. Cada niño puede necesitar distintos apoyos posturales.
- Introducción progresiva del alimento: Es recomendable permitir que el niño participe hasta donde pueda, empezando por tocar los labios y progresando a abrir la boca según su nivel de participación.
- Supervisión constante: La presencia atenta de un adulto durante toda la comida asegura seguridad y favorece una experiencia positiva.
Más allá de la técnica, lo más importante es que la alimentación se viva como un momento de vínculo y disfrute, donde el niño pueda avanzar a su propio ritmo y sentirse acompañado con paciencia y cariño. Cada gesto, cada rutina y cada adaptación contribuyen a su bienestar y autonomía.